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Sobre la coyuntura política actual de mi país

Hace un tiempo, decidí no hablar más de política por estos lares ya que odio considerarme un "altruista de sofá"; sin embargo, son tiempos difíciles para el Perú y es necesario alzar la voz en cada lugar que se pueda para expresar una opinión que, seguramente, es de muchos. La crisis política que estamos viviendo es para reír o para llorar. Ya eso depende de tu personalidad. Personalmente, río, reniego y lloro. A tan poco del Bicentenario, odio admitirlo, pero estamos jodidos. Sí. Jodidos. Jodidos a tal punto de que si Gonzales Prada resucitara hoy mismo, mañana a primera hora estaría recitando desesperadamente su famoso discurso en el Politeama. Y, ¿saben qué es lo más triste? Que su discurso encajaría perfectamente otra vez. A 18 años de la última dictadura en el Perú, hemos visto desfilar a muchos candidatos y nos hemos llevado también una terrible decepción. Todos los presidentes elegidos en democracia están involucrados en casos de corrupción. Triste, ¿no? Hemos
Entradas recientes

La cajetilla de cigarros

(Episodio de la Guerra con Chile) Aquella mañana, la del 7 de Junio de 1880, habían corrido raudales de sangre peruana en el legendario Morro de Arica. Francisco Bolognesi, el inmortal soldado, había sucumbido, cayendo en tomo suyo 900 bravos de los 1,600 que formaban su cuerpo de ejército.  Se había batallado hasta quemar el último cartucho, y 6,500 soldados chilenos se adueñaron del Morro, sin más pérdida para ellos que la de 144 muertos y 337 heridos.  La lucha fue en la proporción de uno contra cuatro. La victoria no correspondió al esfuerzo heroico sino al número inflexiblemente abrumador.  En momentos de pronunciarse el desastre, un joven capitán peruano a quien acompañaban cuatro soldados, golpeó con la culata de su rifle el fulminante de una mina, produciéndose la explosión que mató a tres de los enemigos, dejando heridos o contusos a muchos más.  Disipada la espesa nube de polvo y humo, se encontraron el capitán García y sus cuatro valientes rodeados por u

Un indio bruto

De pronto interrumpieron nuestras observaciones sobre el campo chileno la aparición y la voz desfallecida de un soldado de aspecto cadavérico que, con una mano apoyándose en la tapia y con la otra sujetándose los pantalones, se acercó a nosotros interrogando: - ¿De veras chelenos veniendo? A lo que otro le contestó: - Sí, ya vienen; anda vete mejor, Ramos. Tú no puedes pelear y te van a matar sin defensa. - No matarán sen defender. -contestó el enfermo exaltándose- Todavea podiendo con refle... ¡RAMOS!... ¿Quién era Ramos? Un indio bruto que ese día dio su vida, infeliz, enferma por la patria; un indio bruto que, como muchos de miles de indios brutos, dio ese día un mentis solemne a los que hablan de la degeneración irremediable de la raza nacional; un indio bruto que dio un ejemplo que imitar hasta los que no son indios, ni brutos. ¿Pero quién era Ramos? Ya lo he dicho: un indio bruto. A causa de la caña verde que había comido en San Juan, le había acometido una disente

Sobre el Régimen laboral juvenil

En síntesis, los jóvenes peruanos de 18 a 24 años que ingresen a trabajar a una empresa privada no podrán recibir gratificaciones, ni CTS, ni utilidades, ni otros tantos beneficios que nos corresponden (sin mencionar que pese a todo, seguiremos pagando nuestros seguros de vida). Yo no veo sino humillación a la juventud de mi país con esta ley, solo veo una política esclavista digna de un gobierno títere. ¿Pretenden acabar con la informalización laboral del Perú cortándole las alas a las generaciones que por fin podrían darle frutos a esta nación, nación endeble y llena de políticos corruptos? Nunca me gustó expresar abiertamente lo que pienso de la política, pero de aprobarse esta ley, es tiempo de que la juventud salga a las calles a protestar, es tiempo de dejar las redes sociales, dejar el cómodo escritorio y decirle al Gobierno que el Perú es una nación con dignidad. Es tiempo de que la generación del 91, mi generación, salga a demostrarle al Estado que no somos tan tontos c

La batalla de Tarapacá

Extracto de la novela “El viaje de Prado” de Guillermo Throndike Aquella mañana del 27 de noviembre de 1880, tres arrieros que salían de Tarapacá, descubrieron uniformes chilenos en lo alto de la quebrada. Tres columnas enemigas rodeaban a los peruanos. - ¡Silencio! –ordenó duramente el coronel Cáceres. En alguna parte han tintineado armas de caballería. Los arrieros azotaban a sus asnos al encuentro de Suárez en la plaza de armas. - ¡Chilenos, señor! La noticia corrió con un murmullo: chilenos, chilenos. Los arrieros señalaban la altura. - ¿Cuántos?  - ¡Zubiaga! ¡Que forme la división en tres columnas! ¡Y en completo silencio! –Cáceres se volvió en busca del coronel Manuel Suárez, no esperará órdenes de nadie para salir al frente del enemigo. ¡Su batallón detrás del mío! ¡Armar bayoneta y arriba!  Si llegan antes que el Zepita y el Dos de Mayo, si afianzan sus rifles en la orilla, si los fusilan de arriba abajo, si terminan de acorralarlos por

La batalla de San Francisco

Extracto de la novela "El Viaje de Prado" de Guillermo Throndike El miércoles 19 de noviembre principia temprano en esta pampa. Nada más dejaron pasar lo más negro de la noche. Tan pronto apareció la menuda esencia de la luz y fue posible separar sombras y reconocer lo sólido de la ancha boca de esos cráteres, el ejército reanudó su caminata.  Cerca de la estación de Dolores se alzan los cerros de San Francisco Norte y Sur, que forman dos pequeñas mesetas, una de doscientos por ciento ochenta metros y la otra de mil por doscientos. Rodeados de pozos de agua, se separan del cerro Tres Clavos por una angosta desértica garganta que llaman La Encañada, y del cerro Bartolo por la línea férrea a Pisagua y un terreno ya escarbado por empresas salitreras. En lo alto de esta fortaleza natural esperaba el ejército chileno, dominando además la ruta de Tiviliche por donde debió llegar y no llega don Hilarión. En la Encañada, ocultos al largavistas de Buendía, acampan 500 jin