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La batalla de Tacna


El 26 de mayo de 1880, en la meseta de Intiorco, a 8 kms al norte de la ciudad de Tacna, se llevó a cabo la batalla de Tacna, también conocida como Batalla del Alto de la Alianza. La meseta de Intiorco, que en quechua significa "Alto del Sol", fue el escenario escogido para hacer frente al ejército chileno. En este artículo, compartimos, con mucho respeto, los testimonios de combatientes que estuvieron presentes aquel glorioso día. 

Batalla del Alto de la Alianza

Tras un fallido intento de ataque sorpresa al campamento chileno en la madrugada del 26 de mayo de 1880, el ejército peruano-boliviano tuvo que volver a su posición inicial para poder librar la batalla. En palabras del novelista Guillermo Thorndike, "nadie durmió, nadie descansó, pocos desayunaron algo y apenas hubo tiempo para atrincherarse, con los estómagos vacíos y los ojos insomnes."

La contienda fue muy intensa desde el inicio y pese a lo árido del terreno y el sol extenuante, ambos ejércitos se enfrentaron violentamente y sin tregua alguna. Entre los cuerpos de infantería más destacados, se encontraban los batallones "Zepita" del Perú y "Colorados" de Bolivia. Estos batallones estuvieron resueltos a no dejar el campo de batalla, ni a ceder terreno al enemigo; como prueba de ello, ambos batallones fueron aniquilados casi íntegramente.

Guillermo Cáceres Tresierra, combatiente peruano en el Alto de la Alianza, entrega este testimonio sobre el batallón "Colorados":

”Mi batallón estaba cerca del batallón Colorados, boliviano, que fue el primero en recibir la carga enemiga. El batallón Colorados se lanzó al combate con un vigor y un entusiasmo verdaderamente heroico; entraron al fuego entonando un wayno guerrero y paso de trote. Casi por completo este batallón fue aniquilado.”


También, tenemos el informe que el coronel Ildefonso Murguía envió al ministro de Guerra de Bolivia. 

"La orden de avance se cumplió pasando sobre cadáveres cuya vista inflamaba el ardor patriótico de nuestros soldados, el combate se rehizo ahí con tal ímpetu y bravura que a los 17 minutos de mortífero fuego quedó restablecida la línea, los batallones enemigos Esmeralda, Santiago y Navales... tuvieron que cedernos el terreno, huyendo en vergonzosa fuga y puestos en completa derrota por los bravos del 1.º de Bolivia, el compacto y nutrido fuego no logró atemorizarlos, ni fue parte alguna... para que arrebataran al enemigo sus piezas de cañón... las piezas tomadas y aún calientes eran dos Krupp de calibre mayor, tres de menor y una ametralladora desmontada y caída, todas ellas con sus respectivas municiones, rifles abandonados por el pánico del contrario, tres banderolas... era un espectáculo grandioso y ejemplar...".

Colorados de Bolivia 

"Avanzábamos y avanzábamos difundiendo cada vez mayor temor en las destrozadas filas enemigas, pasando sobre cadáveres y rifles abandonados, pero se presentó muy luego la numerosa caballería enemiga que con veloz carrera y por escuadrones se nos venía a la carga... los brillantes cuadros de infantería que para algunos quedaban proscritos de la táctica moderna por la precisión de las armas de estos últimos tiempos nos sirvieron allí una vez mas para mostrar a nuestros enemigos la destreza y pujanza de nuestros soldados... en el impetuoso avance de sus caballos vino el enemigo hasta quince metros de nosotros: armada la bayoneta una descarga que parecía hecha por un solo hombre la recibió y después otra y otra uniformes y tremendas, la cobarde caballería volteo caras en menos tiempo del que basta para decirlo... Estruendosas vivas a la Alianza, al Perú y Bolivia acompañaban a este glorioso incidente del combate".

A propósito de este valiente coronel, se dice que ingresó al combate con el batallón Colorados y retó a los chilenos con la singular frase: “¡Rotos del espantajo, amárrense los calzones que aquí entran los Colorados de Bolivia!”.

Crel. Idelfonso Murguía 

Asimismo, el coronel Andrés Avelino Cáceres, expresó lo siguiente en su parte de guerra:

"El batallón Zepita y el Cazadores del Misti, entusiasmados por el brillante ejemplo de sus valientes jefes y denodados oficiales, procuraban marchar de frente sobre el enemigo conduciendo sus respectivos estandartes: Zepita el propio, y el Misti el estandarte de la ilustre universidad de Lima, que le fue confiado al principio del combate. El abanderado del Zepita, teniente graduado don Eufemio Padilla, daba prueba de gran animación y valor al marchar sereno al encuentro del enemigo conduciendo tan preciosa carga, hasta que fue herido y puesto fuera de combate, encargándose inmediatamente de la custodia del estandarte el de mismo grado don Joaquín Castellanos quien lo salvó de una pérdida casi segura conduciéndolo hasta Puno".

“Del mismo modo el abanderado del Misti, subteniente don Manuel Vargas, ha tenido un digno comportamiento en la misión que se le confiara, habiendo sacado felizmente libres ambos estandartes, no obstante del inmenso riesgo que han corrido, los mismos que conservo hoy en mi poder. Digna de mención especial es la conducta observada por los primeros jefes de los cuerpos de mi mando: el valiente coronel Luna, primer jefe del batallón Misti, después de recibir la primera herida continuó al frente de su cuerpo con envidiable entusiasmo, hasta que cayó muerto por una segunda herida. El inteligente y valeroso comandante Llosa, encargado del mando del Zepita, manifestó desde los primeros momentos del combate un decidido empeño por consolidar el nombre del batallón que mandaba y atestigua este propósito su cadáver tendido en el campo de batalla, muriendo en el momento más complicado. La nación pierde en estos ilustres y entusiastas jefes unas verdaderas esperanzas del porvenir" 

“Nuestro contraataque seguía, en tanto, pertinaz. Los “Colorados” rivalizaban con nuestros bravos del “Zepita”, y la refriega se tornaba cada vez más enconada. Aliados y chilenos se acometían furiosamente, haciendo extraordinarias proezas. Con todo, nuestro decidido empuje adelantaba; pero nos faltaron refuerzos para cubrir las bajas y sostener la impulsión del contraataque, refuerzo que ya no era posible obtener porque todas las reservas estaban empeñadas en la línea de combate”. Abrumados por el número y la potencia de fuego de los chilenos, retrocedió el ejército aliado, ordenándose finalmente su retirada, que cubrió con gran esfuerzo el batallón “Zepita”, perdiendo en esa sacrificada acción el ochenta por ciento de sus efectivos”. 

El coronel Cáceres expresó con orgullo que “sus hombres dejaron el campo reteniendo su bandera."

Crel. Andrés Avelino Cáceres 

Un periodista peruano allí presente manifestó que "la división Cáceres, en verdad, hizo prodigios... recibiendo el doble fuego de flanco y de frente del enemigo", luego agregó que "Cáceres, herido ligeramente y habiendo perdido su segundo caballo de batalla, siguió imperturbable, siempre." (Versión publicada en “El Nacional” de Lima, el 26 de junio de 1880). 

Por su parte, el corresponsal de guerra chileno diría que al Zepita le "hicieron pagar cara la jornada de Tarapacá” (Correspondencia para el diario “El Ferrocarril”, Colección Ahumada Moreno, t. II, p. 609).

Monumento del Alto de la Alianza. Cerro Intiorko, Tacna. 

La superioridad numérica, así como los rifles y cañones de última generación con los que contaba el ejército chileno decidieron el resultado de la batalla y la posterior invasión a Tacna. Con la retirada del ejército peruano a Tarata, y la inacción del gobierno de Nicolás de Piérola, se decidía la suerte del Coronel Bolognesi y las tropas que se encontraban protegiendo el puerto de Arica, el último bastión de la defensa en el sur del Perú.


Fuentes:
Cáceres, Andrés A. - La Guerra del 79. Sus campañas (Memorias). Lima: Julio C. Guerrero.
Del Canto, Estanislao - Memorias Militares
Guzman Palomino, Luis – En el Alto de la Alianza
Machuca, Francisco - Las Cuatro campañas de La Guerra del Pacífico. Tomo II. Campaña de Tacna. 
Milla Batres, Carlos - Recopilación de Partes y Documentos de la Guerra del Pacífico. Lima
Paz Soldan, Mariano Felipe - Narración Histórica de la Guerra de Chile contra el Perú y Bolivia. 
Vicuña Mackenna, Benjamín - Historia de la Campaña de Tacna y Arica.

Web:

Comentarios

  1. Debo reconocer que las novelas bolivianas y peruanas superan a las chilenas en lo que se refiere a este encuentro, incluso leyendo algunos partes de batalla, se creería que los aliados triunfaron, después de todo los bolivianos, derrotan y ponen en fuga a la infantería chilena, derrotan a la caballería y capturan la artillería, de no haber sido por los blindados y la aviación chilena el triunfo lo tenían asegurado.

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